Ictiosis
El 14 de marzo de 2008 y mediante correo electrónico, realizamos una reserva en el establecimiento rural La montaña mágica”, Asturias, para el periodo del 25 al 31 de julio de 2008.
La tarifa era de 80 € por noche y 5, 40 € el desayuno por persona. Según indicación del propietario realizamos una transferencia bancaria del 40 % del importe a modo de reserva, con fecha 28/5/08. Con fecha 25 de julio se llega a la casa rural y se toma posesión de la habitación en el modo y forma contratado.
Pasados dos días (el día 27/7/08) el propietario del establecimiento – a pesar de habernos visto las noches anteriores y esa misma mañana en el desayuno- nos llama por teléfono hacia las 12:30 del mediodía (estando nosotros haciendo turismo en la localidad de Llanes) para transmitirnos una queja de sus trabajadoras ya que al limpiar nuestra habitación encuentran numerosas escamitas en el suelo (fruto de una descamación de la piel que causa la Ictiosis congénita – similar a la psoriasis- que padecemos ambos y que se traduce en piel seca y descamativa).
La principal queja de estas personas venía derivada por su idea de que podía tratarse de una enfermedad contagiosa. La conversación telefónica se salda explicando al propietario acerca de la cuestión y tratando de tranquilizarle a él y a sus trabajadoras.
Somos personas jóvenes y muy viajeras y NUNCA JAMÁS hemos sufrido este tipo de cuestionamiento y ofensa. Tras recibir la llamada anteriormente descrita decidimos abandonar el establecimiento rural La montaña mágica” ya que nos habíamos sentido ofendidos y menospreciados.
Regresamos a la casa pidiendo hablar con el propietario y solicitando dar de baja la habitación y poder abandonarla, abonando previamente los servicios consumidos. El dueño del establecimiento no parece querer entender nuestra posición, nuestro enfado ni los motivos que nos lleva a querer irnos.
Este incidente nos provoca gran desconcierto, mucha intranquilidad, desasosiego y profunda tristeza y afecta gravemente el desarrollo de nuestras vacaciones.
Tras más de 1 hora de discusión con el propietario excesivamente nervioso y soliviantado, y ante el temor de una agresión física (nos encontrábamos lejos de algún lugar habitado, sin testigos salvo los propios trabajadores de la casa y con todas las circunstancias en nuestra contra) optamos por abonar la cantidad que nos exige, debíamos únicamente 37 € que era lo que nos restaba por pagar, pero el propietario nos cobra 188,60 € ya que considera que la reserva realizada por Internet y por adelantado, le pertenece según la ley.
Tras pagar lo que consideramos un abuso por su parte, solicitamos la Hoja de reclamaciones.
Las hojas de reclamaciones que nos trae son obsoletas, del año 1995, cosa que nos desconcierta, y vemos que no se corresponde con el modelo actual del R.D. de 27 de enero de 2005.
Una vez abandonado el establecimiento nos personamos en la Comandancia de la Guardia Civil en Llanes para interponer una denuncia. Allí los agentes nos informan de que sin lesiones ni amenazas verbales o físicas ni testigos que verifiquen no puede interponerse denuncia y nos aclaran que los pasos que hemos seguido de pedir la hoja de reclamaciones han sido los correctos en el caso que les relatamos.
La Ictiosis congénita es una enfermedad de la piel claramente tipificada por dermatólogos y por el Ministerio de Sanidad. De hecho, ambos poseemos un Certificado de Minusvalía a raíz de la misma.
Queremos que entiendan que la ofensa a la que hacemos referencia no se refiere al hecho de preguntarnos por nuestra afección en la piel ya que ésta es muy evidente y visualmente muy llamativa, por lo que no nos duelen prendas en explicar una y otra vez a la gente que nos pregunta el tipo de afección que tenemos y otras curiosidades que suelen preguntarnos. Es una dolencia que padecemos de nacimiento por lo que estamos ya muy acostumbrados a ella y a la reacción que provoca en la gente, que no suele pasar de hacernos preguntas del tipo ¿Qué te pasa en las manos? ¿te has quemado?¿te duele?, etc… Lo que realmente nos entristeció y dolió fue la manera de dudar de nosotros:
-Podía haber sido una enfermedad contagiosa y no nos habéis dicho nada. Ni siquiera os hemos pedido un certificado médico”- nos espetó el propietario de la casa-
Ni siquiera esperó a vernos esa noche en la casa para preguntárnoslo de manera privada y sin esas urgencias y alarmas sino que nos llamó a media mañana al teléfono móvil con unas formas y maneras que no creemos que fueran las convenientes.